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Domustempli

Templarios, islam e inquisición

Hay una tendencia generalizada, muy acorde con la filosofía new age, alimentada por el neotemplarismo de considerar a los hermanos de la Caballería del Templo como gentes sencillas, humildes, buenas, caritativas, comprensivas, y todas las demás bondades que se puedan imaginar. Se ha dado un nuevo enfoque en apoyo de estas tesis alegando que no eran tan "fanáticos" puesto que tenían buenos tratos y acuerdos con los musulmanes, etc. Ahora bien, a la fecha, por lo mucho que llevo investigado durante más de dos décadas sobre mis amados y admirados hermanos, la impresión que se desprende es otra bastante distinta y que me lleva a varias reflexiones que quisiera compartir.

En primer lugar no hay que perder la perspectiva de que estudiamos hombres y comportamientos del final de la Alta Edad Media en Europa, con unos ideales y una mentalidad muy concretas, con una cosmo-visión radicalmente diferente a la nuestra (que en esencia y como muy bien estableciera Mircea Eliade deriva de los postulados renacentistas y nos sitúa en un espacio-tiempo mítico antagónico). Así pues aquellos hombres poseían todas aquéllas virtudes cristianas arriba mencionadas..... pero ¡para con los cristianos!. Otra cosa eran los llamados, en lenguaje de la época, infieles sarracenos, cuya "herejía" y negación de la divinidad de Jesucristo se hacía necesario extirpar de la tierra por motivos piadosos (aunque no faltasen los políticos), amén de arrojarles de los Santos Lugares, "propiedad" inalienable del pueblo cristiano.

En este sentido hay que decir que lo de los infieles y herejes tenía como referente no sólo lo islámico, sino que en el propio occidente, simultáneamente, se había hecho extensible a los cátaros, que también sufrieron una atroz cruzada en el Languedoc que así pudo ser finalmente anexionado a la corona de los Capeto. Baste recordar -aunque nos aleje de los templarios momentáneamente- aquélla anécdota del sitio de Beziers, cuando el legado papal Pierre de Castelnau ordenó pasar a cuchillo a toda la población. Incluso el feroz y cruel Simón de Monfort, jefe militar de la cruzada en nombre del rey de Francia, planteó la objeción: "Pero, Monseñor ¡entre ellos hay buenos cristianos!". El cristianísimo arzobispo replicó con frialdad: "Matadlos a todos, Dios sabrá distinguir a sus ovejas". ¡Veinte mil personas masacradas! Y por cierto, que la extirpación de la herejía albigense motivó la creación de la Inquisición por Inocencio III en 1198, sin olvidar que aquéllos cátaros vasallos del Temple fueron protegidos por la Orden  del Temple contra viento y marea sin ningún género de vacilación, lo que ha llevado a múltiples especulaciones infundadas. Incluso el rey de Aragón, don Pedro I, murió herido por una saeta en 1213, defendiendo a sus vasallos cataros en Muret, y ordenando en su testamento que su hijo, el rey don Jaime I, quedara bajo la tutela del Maestre del Temple en Aragón-Provenza hasta su mayoría de edad, como así sucedió.

Los acuerdos esporádicos y temporales de la Orden con los musulmanes hay que enmarcarlos adecuadamente y en su contexto, pues en toda guerra las necesidades estratégicas obligan a veces a la firma de treguas que abren las fronteras de guerra a los combatientes y permiten intercambios de toda índole. ¿Acaso Ricardo I Corazón de León no firmó treguas con Saladino? Y mientras estuvieron vigentes ¿No se frecuentaron ambos monarcas y fueron corteses, caballerosos y gentiles como se suponía entonces deberían serlo? ¿No se abrió Jerusalén a la afluencia de peregrinos? Sin embargo nadie da por sentados conciliábulos y contubernios entre ambas cortes; así pues ¿por qué habría de suponerse lo contrario con los Hermanos de la Caballería del Templo?. Carece de lógica y es más fruto de la mentalidad moderna que de aquélla de la época.

Tomemos otro ejemplo: en la Península Ibérica, se ha hablado mucho en estos tiempos de tesis enmarcadas en las tendencias actuales de lo políticamente correcto, sobre las tres culturas (cristianos, musulmanes y judíos) y de la convivencia fraterna de los tres pueblos y demás literatura. Y así es.... parcialmente. Las cortes cristianas y musulmanas se aliaban, había vasallajes mutuos y, durante las alianzas había permeabilidad de las fronteras, intercambios culturales y demás. Había pueblos cristianos con vecinos musulmanes y judíos y pueblos musulmanes con vecinos cristianos y judíos... se entendían, convivían en buena vecindad... (en el fondo todos hispanos, pero lo que era peor entonces: de distintas religiones); pero cuando les tocaban el silbato -coloquialmente hablando- o se les cruzaban los cables, se hacían una guerra feroz e implacable.

Y esto nos trae a la mente, ya que mencionábamos arriba a la Inquisición, tan involucrada en el proceso contra la Caballería del Templo, otro lugar común que se ha divulgado "ad nausean" por falta de conocimiento. La Inquisición no perseguía ni quemaba a los "infieles" -semejante afirmación evidencia desconocimiento histórico- sino a los "herejes" que es cosa bien distinta. Aclaremos el matiz. La Inquisición estaba destinada a los cristianos que, por diversos motivos, incurrían en herejías o apostataban directamente del cristianismo. Esto apunta a los judíos y musulmanes conversos, no por judíos o musulmanes, cuya condición habían perdido con la conversión y bautismo, sino por apostatar del cristianismo. Lo mismo ocurrió con cualquiera que siendo bautizado retornara a sus prácticas anteriores (por ejemplo los indígenas americanos que retornaban a sus prácticas idolátricas). Lo mismo vale con la brujería y hechicería y otras prácticas. Pero siempre aplicables a los que habían sido previamente cristianos. Y otro apunte, aunque parezca que ejerzo de abogado del diablo, pero no defiendo a la Inquisición, sino que aporto luz sobre su modo de actuar conforme a la documentación existente, nunca juzgo ni sigo a impulsos emocionales de rechazo y condena (que los siento como hombre del siglo XXI): la Inquisición tenía como principio fundamental de actuación, establecido desde su constitución, volver a los herejes y apóstatas al redil del rebaño, haciéndoles confesar sus "errores" (ya sabemos con qué métodos), persuadirles y hacerles arrepentirse. Si lo conseguían bien estaba. Se imponía una penitencia y punto. Pero los que volvían a recaer, los llamados relapsos, eran juzgados sumariamente después de hacerles confesar (con los mismos métodos, claro) y eran entregados al brazo secular (el poder civil) para su ejecución irremisible, incluso si se arrepentían. En este caso iban a la hoguera pero, al menos, habían "salvado" su alma lo que daba cierta "paz" a los inquisidores. Pero la Iglesia nunca ejecutaba porque, aunque suene irónico, tenía prohibido el derramamiento de sangre "cristiana", aunque fuera herética, por eso siempre fue el poder civil el encargado de aplicar las ejecuciones.

Pero hay que decir, finalmente, que esta institución, con otro desarrollo jurídico-legal, no es exclusiva de la Iglesia de Roma. El Islam por mandato coránico (Sura III), también es implacable con sus apóstatas, a los que considera hasta la fecha, a pesar del discurso universal sobre derechos humanos, un deber extirpar de la comunidad de los creyentes (dicho sin eufemismos: eliminación física, asesinato); así por ejemplo la fatwa lanzada contra el periodista musulman que fue recientemente (2008) bautizado por el papa Benedicto, por mencionar un caso conocido. Y ya si nos ponemos a ello, incluso por opinar libremente, en el ejercicio de los derechos reconocidos a un ciudadano libre en un país libre sobre temas de actualidad candente, como le ha sucedido (2007) al periodista e intelectual francés Robert Redekker, amenazado igualmente de muerte urbi et orbe, allá donde se encuentre, por escribir que el término islamofobia ha sido acuñado para poder silenciar a quienes critican las actitudes fascistas de algunos sectores islamistas. Por no mencionar al clásico de los clásicos, el escondido escritor Salman Rusdie condenado a muerte allá donde se encuentre por haber escrito algunos pasajes que algún imán o ulema iluminado ha considerado "blasfemo".

Esto me lleva a otra consideración final, muy actual: en el submundo yihadista se tiene por "martires" que irán al Paraíso prometido por Allah al Profeta, a quienes se auto-inmolan provocando una matanza carnicera a su alrededor. ¡Que perversión e impía tergiversación! Un mártir es quien muere dando testimonio de su fe. No mata a nadie, sino que se deja matar por sus creencias. Ya el teólogo y pensador protestante Sebastián de Châtillion, amigo de Calvino de quien se distanció por el fanatismo de éste, escribió en 1554: "Matar a un hombre [para defender una doctrina] no es nunca defender una doctrina, sino matar a un hombre (...) Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un ser humano; no prueba uno su fe quemando a un hombre, sino haciéndose quemar por ella."

 

 

 

 

 

 

1 comentario

janial -

No sé si la tenéis contratada y de ser así, me callo la boca. Pero sale mucha publicidad de "Buscas pareja" arriba, de la que tal vez no os tengan informados.
Por otro lado, en el último párrafo de este artículo, cambia la tipografía, colores aparte. Tampoco sé si es voluntario.
Por último, y no molesto más por el momento, creo que merece un aplauso el hecho de que os acerquéis a la historia situándola en su contexto histórico y no pretendiendo que los templarios y la Inquisición (por ejemplo) digan lo que nos gustaría que dijeran en este siglo. No se si me explico.